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En su Mensaje de Pascua el Papa Francisco, recordó que el Resucitado es el único que puede hacer rodar la piedra de la guerra y de las crisis humanitarias y abrir el camino de la vida. También rezó por las víctimas y los niños de Israel, Palestina y Ucrania, y pidió el intercambio de rehenes y el alto el fuego en la Franja. Asimismo oró por Siria, el Líbano, Haití, el pueblo Rohingyá y los países africanos en dificultades. Y subrayó que con frecuencia el don de la vida es despreciado por el hombre
Con la mirada puesta en Jerusalén y en todas las comunidades cristianas de Tierra Santa, el pensamiento del Papa se dirigió a las víctimas de los numerosos conflictos del mundo, para que Cristo Resucitado abra un camino de paz a las poblaciones atormentadas de Israel y Palestina y también de Ucrania.
“Mi mirada se dirige hoy de modo especial al Líbano, afectado desde hace tiempo por un bloqueo institucional y por una profunda crisis económica y social, agravados ahora por las hostilidades en la frontera con Israel”, expreso el papa.
Francisco pidió que Cristo resucitado abra un camino de esperanza para quienes, además de sufrir la violencia y los conflictos, padecen los efectos de la inseguridad alimentaria y del cambio climático – incluida la sequía que provoca hambruna y hambre en vastas zonas de África – así como que traiga consuelo a las víctimas de todas las formas de terrorismo.
“¿Cuántos niños ni siquiera pueden ver la luz? ¿Cuántos mueren de hambre o carecen de cuidados esenciales o son víctimas de abusos y violencia? ¿Cuántas vidas se compran y se venden por el creciente comercio de seres humanos?”
Por último, en el día en que «Cristo nos ha liberado de la esclavitud de la muerte», el Pontífice exhortó a «quienes tienen responsabilidades políticas» a no escatimar esfuerzos en la lucha contra la plaga de la trata de seres humanos, trabajando sin descanso para desmantelar sus redes de explotación y llevar la libertad a quienes son sus víctimas».
Que el Señor, concluyó Francisco antes de desear una Feliz Pascua a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro y concederles la indulgencia plenaria, «consuele a sus familias, especialmente a las que esperan ansiosamente noticias de sus seres queridos, asegurándoles consuelo y esperanza».
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