Por Edgar Caballero Elías
La Danza del Caimán no era un ritmo para ser bailado simplemente, sino una costumbre para ser sentida, para ser vivida. Aún que se recuerdan los nombre de Pedro Maestre, Catalino Guette Núñez, Gilberto Mejía, Carlitos Guette, Carlos del Gordo Barranco y Adalberto Acosta Melo, considerados como los mejores bailadores de caimán que Ciénaga ha dado en mucho tiempo.
Eran verdaderos bailadores de caimán que sentían, que vivían, que sabían por qué lo bailaban, por eso expresaban en su coreografía lo que sentían en su participación en la danza. Su forma de bailarlo hacían verlo como si de verdad el caimán estuviera sumergiéndose en el agua, como si estuviera acechando la víctima, era la sensación que daba cuando ellos lo bailaban. Eran imponentes en su baile y sabían que el caimán era la figura principal, por eso se le canta en su danza y se le rinde tributo a Tomasita, hoy prácticamente desaparecida de sus fauces, simbolizada en una muñeca de trapo.
Danzaban con movimientos lentos hacia adelante y hacia atrás, con giros en semicírculos cortos y elegantes los cuales se conservaban a todo lo largo del baile caminando rítmicamente al son de la música, palmoteando al son del estribillo “ay mijita linda donde está tu hermana” que preguntaba por la suerte de Tomasita y palmoteando contestaban los otros “el caimán se la comió”, repitiendo varias veces el estribillo y luego entraba el verseador, que podían ser varios, cantándole a las personas que se iban encontrando por las calles, o en las casas donde iban llegando, y la gracia de su baile dependía de quien lo bailaba y de quien hacía los versos.
Hoy observamos que lo bailan sin aquella importancia, ahora es un bailoteo que hace que no se le preste atención al caimán sino a los danzantes, al palmoteo que ahora hacen unas veces al lado derecho y otras al lado izquierdo, a los gritos, etc. Aquella forma de bailarlo, cuando los bailarines dependían de su sentir y no de figuras prediseñadas, desapareció casi que por completo. Ahora lo “zampan” de cabeza, levantan bruscamente la cola y hasta el portador danzante brinca con él relegándolo en importancia, salvo contadas excepciones. Está bien que se hagan danzas o coreografías nuevas, pero que se respeten las tradiciones como son.
Entre sus verseadores figuran los nombres de Adolfo Hidalgo Fragoso «el Fofo», Lucho Sírtori, Jorge Luis Mier el célebre “maquinita”, Gustavo Rodríguez Robles, Gilberto Mejía Henriquez y José del Carmen Varela. En sus versos se ocupaban de temas humorísticos, satíricos y de crítica plenos de ingenio, en torno a las personas que se iban encontrando, siempre confiados en su memoria y el virtuosismo para improvisar. También dejaron el recuerdo con sus versos Julio Sales, Roberto Candanoza, Manuel J. del Castillo, Carlos García Mayorca ; Nicolás Guette Sevilla, Carlitos Guette Rada.
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