El naufragio de la reforma política es un problema que va más allá de ese proyecto específico: demuestra que la bancada se le salió del libreto al Gobierno y que el jefe de Estado debe redoblar esfuerzos si quiere salvar las otras iniciativas de su administración.
El Lead.com Noticias
PorJuan Sebastián Lombo
El senador Roy Barreras rompe el texto de la hundida reforma política durante su quinto y definitivo debate en el Congreso. / Cortesía
El senador Roy Barreras rompe el texto de la hundida reforma política durante su quinto y definitivo debate en el Congreso. / Cortesía
Aunque ya estaba casi cantado el hundimiento de la reforma política, el hecho ha causado dudas e incertidumbres frente a cómo está la relación del Ejecutivo con el Legislativo. Lo que parecía una aplanadora aceitada a finales de 2022, en proyectos como la reforma tributaria y los primeros cuatro debates del texto de la reforma política, ha mostrado fricciones y desperfectos que pueden afectar en materia grave la agenda legislativa del gobierno Petro.
Gustavo Bolívar y otros cercanos al Pacto Histórico insistieron desde la campaña de 2022 en la necesidad de sacar la mayor cantidad de escaños posibles, para así garantizar “las reformas del cambio”. Aunque el resultado fue mejor de lo esperado, 47 congresistas, no fue el suficiente para hablar de una mayoría parlamentaria que les permitiera sacar adelante sus proyectos sin contratiempos. Tuvieron que pasar a un tono más conciliador con los partidos tradicionales y se logró concretar el frente amplio: Alianza Verde y los partidos Liberal, Conservador y la U llegaron a la coalición de gobierno.
En un primer momento se consideró una movida política por destacar, pues nunca un gobierno tuvo una bancada tan numerosa. Ni siquiera en los momentos de la unidad nacional de Juan Manuel Santos se llegó a tener un ambiente tan favorable en el Legislativo. El logro cobraba unas dimensiones aún más grandes al tener en cuenta la variable de que era el primer gobierno de izquierda que llegaba a la Casa de Nariño. Sin embargo, esa gran aplanadora de los primeros días ha perdido fuerza y se comienza a dudar hasta dónde llegará la fuerza oficialista en el Legislativo.
Desde hace algunos meses se venía hablando de que era poco probable que pasara la reforma política. Tal como señaló un representante de la U que habló con este diario: “Los villancicos de diciembre le dieron unos meses más de vida, pero había muchos temas que no nos gustaban”. Era poco probable que llegara hasta el final ante las tensiones que generaba la propuesta, sobre todo el punto de la lista cerrada. Solo el Gobierno y su bancada estaban convencidos de esta figura. El resto la veía peligrosa, porque ponía en riesgo la maquinaria construida durante años, implica una dificultad para la postulación de candidaturas de personas más jóvenes y deja la conformación de las listas en manos del llamado “bolígrafo” de las directivas de los partidos.
A pesar de que era algo casi anunciado, la reforma política es el primer campanazo de alerta para el Ejecutivo. Un senador liberal que habló con El Espectador reconoció que el hundimiento no fue algo fortuito, sino una organización con distintas fuerzas, incluso Cambio Radical. Además, señaló que este fue un llamado de atención al Ejecutivo ante su falta de intención para conciliar: “El Gobierno va metiendo proyectos y cree que la vamos a votar que sí porque sí”. Incluso resaltó que el Ejecutivo le está haciendo el quite a la voluntad de las corporaciones legislativas a través de la conciliación de los textos: tumban el artículo en una cámara y lo reviven en la otra.
Otro miembro de la Comisión Primera, que fue uno de los ponentes de la reforma política que no firmó el texto hundido, expresó que era esperable el resultado del jueves: “la noticia aquí es que en la comisión Primera el Gobierno no tiene mayorías garantizadas para nada”. Y esto sí que es importante para dos de los proyectos claves del Ejecutivo en este semestre que cursan en dicha célula: la humanización del sistema penitenciario y la ley de sometimiento.
Ambos textos son apuestas fuertes de esta administración, impulsados por el Ministerio de Justicia, y han acumulado dudas de algunos sectores afines al Gobierno. Además, ha sido blanco de una férrea oposición de Cambio Radical y del fiscal Francisco Barbosa. Un representante conocedor de ambas propuestas sentenció que las ve con poco futuro. Ni siquiera es por las polémicas que traen los textos, sino por una molestia generalizada que está creciendo en las bancadas liberales y conservadoras.
“Los representantes están listos para hundir los proyectos de gobierno. No han tratado bien a los partidos de Comisión Primera. Están muy molestos”, expresó el representante de dicha célula, quien pidió no ser mencionado por su nombre. Ese maltrato iría en dos vías: la falta de burocracia y la ausencia de interlocución para discutir las propuestas. “Radican ponencias sin concertación y creen que en los debates llegarán a esos acuerdos. Y no, porque los ánimos están caldeados”, dijo el congresista, que además sentenció: “mis compañeros están dispuestos a hundir las reformas si no hay ese tipo de relacionamiento”.
En este sentido, las comisiones que han tenido una mayor interlocución con el Gobierno han sido las económicas. Y han sido las únicas que le han tramitado al Gobierno sus proyectos importantes: la reforma tributaria y el Plan Nacional de Desarrollo.Sin embargo, aun allí hay una cierta reticencia al Ejecutivo, que se vio al momento de votar las facultades extraordinarias para el presidente. En ambos casos le dieron el sí al grueso del texto, pero dejaron por fuera aquellos puntos que eran cruciales para el Ejecutivo, como el fondo de la igualdad, que garantizaba recursos para el ministerio que será asumido por la vicepresidenta, Francia Márquez.
Otras de las comisiones que serán cruciales en el próximo semestre son las séptimas, de Cámara y Senado. Tendrán la labor de estudiar las reformas de la salud, laboral y pensional, los tres pilares de la estrategia social del gobierno de Gustavo Petro. Aunque el Ejecutivo cuenta con presidentes de su bancada en ambas células, el problema está en la forma en la que los partidos tradicionales (también de la bancada de Gobierno) han asumido los textos radicados por la administración Petro. Están marcando distancia.
El primer ejemplo es la reforma a la salud. La U, conservadores y liberales anunciaron que no acompañarían el proyecto si se mantenía tal cual lo radicó Carolina Corcho. Aunque se llegó a unos acuerdos con Presidencia para modificar el texto, ha sido difícil incluir estos puntos. Según Dilian Francisca Toro, en este proceso se han “presentado muchas dificultades, pero se han ido destrabando”. Aunque están cerca de un texto final, se trabaja con la amenaza de los liberales de radicar un proyecto alterno si consideran poco satisfactorio el resultado de lo consensuado. “A veces el Gobierno cede a las líneas rojas liberales, a veces se echa para atrás, luego reasume los acuerdos y termina pidiendo tiempo para estudiar contrapropuestas”, señalan congresistas liberales.
En cuanto a las reformas laboral y pensional, no se ha tenido el tiempo suficiente de debate, pero ya los conservadores dijeron que no apoyarán la primera si se mantiene como está. La U hizo un pronunciamiento similar, por lo que se presume que sucederá algo muy parecido a lo de la reforma a la salud. Y ya se habla nuevamente de que los tres partidos tradicionales se unirán para presentar una contrapropuesta. “El mensaje es claro, el Gobierno hoy debe incluir las bancadas del Congreso. No podemos aprobar a pupitrazo sus iniciativas. No podemos pensar en solo darle gusto al Ejecutivo”, sentenció el representante Víctor Salcedo, vocero de la U para la reforma laboral.
Un tema que no se ha tenido en cuenta por estar pendientes de los partidos tradicionales ha sido los verdes, y estos ya en su gran mayoría han venido expresando su rechazo a la reforma a la salud y fueron fundamentales para hundir la reforma política. En este caso, la molestia sería mayor, pues fueron los únicos a los que no llamaron a Palacio para discutir el articulado del texto de Carolina Corcho. “El Gobierno piensa que como somos de centro-izquierda le vamos a decir sí a todo y se está equivocando”, advirtieron los verdes, que recordaron que son los únicos sin participación en el gabinete y que todo esto se está acumulando para no estar felices con el gobierno Petro.
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