Por: Víctor Hugo Vidal Barrios
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Un nombre, un sentimiento, un territorio, una marca en tu estado anímico, mi etiqueta literaria personal. Mi amor por Ciénaga, Magdalena. Si William Faulkner creó a Jefferson, ubicada en el condado ficticio de Yoknapatawpha, en el estado de Misisipi.
Juan Rulfo a Comala, el pueblo ficticio creado en su novela «Pedro Páramo», es un lugar de profunda importancia en la literatura mexicana. Aunque existe un pueblo real llamado Comala en el estado de Colima, el Comala de Rulfo es una representación simbólica y no un reflejo literal de ese lugar.
Gabriel José García Márquez a Macondo, un pueblo ficticio, una finca, un árbol, un juego, un estado de ánimo, sitio donde se refleja el Realismo Mágico como género literario.
Con la colaboración de todos ¿por qué motivo, razón o circunstancia, no podemos crear nuestro propio universo mágico, pictórico, poético y literario, tejido con puntadas de nuestros corazones, al que llamamos Cienaguas?
Para ello hay que recurrir al trabajo en equipo, es lo que nos va a sacar adelante como territorio en nuestra vocación de servicio.
Construyamos una visión clara de lo que somos y hacia dónde vamos, sin distingos políticos, sino con la convicción que, a partir de cada uno como eslabón, podamos fraguar una cadena de objetivos, llenos de visión.
Ciénaga necesita de sus hijos y estamos llamados a aportar nuestros conocimientos, intenciones y lo que esté a nuestro alcance para hacer la diferencia.
Muy pronto «Cienaguas» una explosión folclórica, que bañará por siempre nuestra memoria cultural.
Víctor Hugo Vidal
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