La famosa canción del maestro Tobías Enrique Pumarejo, dada a conocer e inmortalizada por el gran Guillermo Buitrago. más que una grabación es una empresa fabulosa que ya cumplió más de medio siglo de vigencia y en la que muchísimas personas (por no decir todo el público), tienen acciones.
Esta obra fue compuesta por «don toba» cómo cariñosamente lo llamaron sus amigos y allegados, el 31 de diciembre de 1945, y la primera agrupación que realmente tocó este porro, fue la exitosa orquesta Argentina de Eduardo Armani, que lo interpretó como cualquier agrupación costeña y hasta mejor que muchas de la región. La canción no fue más de alli, no pegó, se quedó guardada en el baúl de los recuerdos del compositor, hasta el año 1947.
Quiso el destino y la suerte que la canción llegara a poder de El Jilguero de la Sierra Nevada, el gran Guillermo Buitrago, que En aquellos tiempos estaba en la cúspide de la popularidad y había sacado muchos cantos vallenatos que estaban condenados a quedarse en el anonimato para darle proyección no solo en Colombia, sino en el plano internacional.
Por el tema que trata, por la importancia que recordaba cada año y por el motivo de celebración que impone, la obra evidentemente es de todos los que cada año, en medio del bullicio de las sirenas y el chocar efusivo de las copas en brindis alegre, se desean toda suerte de aventuras para el año venidero.
Pero, como en toda sociedad, es preciso establecer los socios mayoritarios y poder asi discernir quiénes son los que cuentan, lo que tienen la potestad para señalar senderos y trazar pautas, en una palabra: los verdaderos dueños, aún aceptando que la canción pertenece sentimentalmente… a todos.
Es el momento de quitarle a este asunto el aspecto enojoso de una polémica en tomo a su verdadero autor, que nadie a estas alturas, repito, niega que es don Tobías Enrique Pumarejo. Tampoco es cuestión comentar con torcidas intenciones, que el fabuloso intérprete en que la sacó de él herrumbroso baúl del anonimato, quiso en ningún instante apropiarse de algo que no le pertenecía.
Simplemente, Guillermo Buitrago debe tener el mérito innegable de haberla convertido en éxito, perpetuando el recuerdo de su creativo, «don toba», y además, de abrir el camino para que otros compositores trabajaran por esa linea, que nunca antes había sido tomada en cuenta.
Y es que es realidad, antes de 1947, cuando sonó por primera vez en un disco del sello Disco Fuentes, «La Vispera de Año Nuevo», nadie la había cantado a esta celebración, y los discos de diciembre, (pocos por cierto) se referian a la Nochebuena con sus estrellas plateadas, a la Navidad propiamente dicha con líricas que hablaban del pesebre, del portal de Belén, del niño Dios, y otros cantos alusivos a la fecha clásica de la Cristiandad.
¿Qué hacer si cuando se grabó y se produjo la etiqueta correspondiente, las directivas de la casa fonográfica determinaron roturarla a nombre de Buitrago, quizás por don toba, con todo y su grandeza, que nadie le desconoce, no era conocido en aquel momento? más aún: siguió existiendo la confusión por mucho tiempo, porque nadie, absolutamente nadie, hizo reclamos entorno a esto, cuando 18 años después de grabada originalmente por Buitrago, la Orquesta Billo’s Caracas Boys, con el vocalista Cheo García, también fenecido, se ocupó de la canción, su autoría fue asignada, no a Tobias Enrique, ni siquiera a Buitrago que la habia grabado… sino al maestro José Barros.
Tampoco en esta oportunidad se produjeron reclamos por parte del legítimo e interesado autor, y sin embargo, si hubo interés para que Billo y su disquera cambiaran la asignación, registrándose en la segunda edición de ese volumen con Buitrago… como autor.
¿Por qué? pienso que las partes consideraban que El Jilguero de la Sierra Nevada ya tema acciones en la obra por haberla interpretado, por sacarla de la casa de lo desconocido y por haberle introducido ciertas reformas en la lírica y enriquecerla. con una estrofa, esta sí totalmente suya.
Al respecto, Julio Bovea también grabó «La Víspera de Año Nuevo», pero no le hizo secundando a Buitrago y con los Trovadores de Barú para convertirse, motu propio, en socio también.
En efecto, Bovea la grabó tiempo después con su vallenatos, pero en la canción original, la que se convirtió en inmortal, no tuvo ningún título, porque, ni siquiera participó en dicho trabajo fonográfico, ya que cuando esta se hizo, Bovea ya sonaba con su conjunto que había montado tolda aparte, y la grabación que estos vallenatos hicieron posteriormente, no se homologa dentro de la empresa que estamos comentando. Solo se añade a la lista de intérpretes que la célebre canción tuvo posterior a la muerte de Buitrago, entre ellos Billo’s, el mismo Bovea, Willy Quintero, Alejo Durán, Aristo y su conjunto, y otros más.

Verdadero y glorioso trio Guillermo Buitrago y Sus Muchachos. De izq. a der. Carlos «el Mocho» Rubio. Guillermo Buitrago. Ángel Fontanilla
En la grabación de la canción original tomaron parte Guillermo Buitrago, Ángel Fontanilla y Carlos Rubio, que fueron los que conformaron el verdadero y glorioso trío Guillermo Buitrago y sus Muchachos.
Además estuvieron secundado por los Trovadores de Barú, agrupación con la que se grabó el más famoso tema de año nuevo, integrado por Juancho Esquivel Camargo, clarinetista momposino, su director, Simón Cabarcas en la trompeta, José María Crisón en el bajo, Fernando Porto en el bongó. Ese fue el grupo que grabó el famoso tema. Es de anotar que «La Víspera de Año Nuevo» no requirió de coros.
Pero sigamos. caso se conocen en que un intérprete, por el hecho de haber logrado una versión exitosa de una página musical, ha sido socios de la misma compartiendo con su legítima autor, no solo los favores de la popularidad sino los beneficios de la regalías.
La también famosa «Cumbia cienaguera», grabada por Luis Enrique Martínez y también asignada como de su autoría en Discos Fuentes, no solo no era de él, sino que correspondía a una canción cuyo título original era «la cama berrochona», y al final terminaron repartiéndose la autoría, ya no entre dos, sino entre tres acciones de 33.1/3, cada una asi: Luis Enrique Martínez, arreglista e intérprete; Esteban Montaño, autor de la letra, y Andrés Paz Barros, su verdadero dueño, como autor de la melodía.
Decisión salomónica esta, pues como ejemplo, como recuerdo de justicia.
Entonces, si esto sucedió con la «Cumbia cienaguera», pues ¿cómo no podría hacerse lo mismo, y con muchísima más razón, con «La Víspera de Año Nuevo»?
Allá por el año 1969, la Billo’s Caracas Boys le grabó al desaparecido Cristóbal Sanjuan, el tema «Adiós Conchita», y 10 años después, Juan Piña y sus muchachos, hicieron un trabajo titulado El Baile De Nicolasa, con la autoridad señalada a Hugo González. la pieza era exactamente igual en su melodía, pero tenía letra diferente, y ante el reclamo del maestro Sanjuan, La decisión que se tomó fue la de convertirios en «socios», otorgando el 50% de las acciones a Sanjuan y el otro 50% a González.
Aquí, para ser sinceros, debió incluirse al intérprete que había convertido en éxito la canción, tal como se hizo en el caso de la «Cumbia cienaguera».
La extraordinaria interpretación que hizo Noel Petro en 1953 de «Cabeza de Hacha», sobre el arreglo de Edmundo Arias a una vieja canción de Cristino Tapia, que habían interpretado Gardel y Razzano, hizo que Edmundo fuese señalado como beneficiario de un porcentaje de su autoría, al cual renunció el también difunto maestro Arias; pero nadie quita de la cabeza de mucha gente, que el «dueño» de ese éxito es el «Burro mocho», y no les falta razón a quienes así piensan, ya que tal
«Tupungatina» no hubiera vendido una sola placa si Edmundo no la arregla y si Noel no la canta con el título de «Cabeza de Hacha».
Entonces, ¿por qué el escándalo y el rasgarse las vestiduras, cuando se dice que Buitrago es, por lo menos, copropietario de la «Vispera de año nuevo»?

Por supuesto que su autor, vuelvo a repetir, es Tobias Enrique Pumarejo, gloriosa figura de quien nadie osarían restarle un ápice de méritos, pero quien esto escribe, siente dolor de terruño cuando se quiere hacer aparecer a Buitrago como usurpador, cuándo deberian razonar que si él no se ocupa de ese tema, si hubiera quedado dicha canción durmiendo en el sueño del olvido, en el baúl donde el maestro Tobías la tuvo tanto tiempo.
La voz incomparable de Guillermo Buitrago, su sentimiento, el sonido de su guitarra inimitable y todo el halo de misterio que pareció rodearlo desde el comienzo, no han sido superados, y lo prueba el hecho de que todavía, más de medio siglo después, cada año suena de nuevo, y como en el caso de Gardel, nos provoca decir «Guillermo cada vez canta mejor».
Hoy sus protagonistas están ante el Supremo Juez, quien seguramente dará a cada uno lo justo, y nosotros acá, simples mortales que solo tenemos el minúsculo porcentaje de acciones que nos merecemos por oyentes y admiradores de los dos grandes, seguiremos pensando que a «La Vispera de Año Nuevo», debe escribirsele un subtítulo que diga: Pumarejo y Buitrago, S.C. Sociedad en Comandita, o Sociedad en el Cielo… si usted lo quiere.
¡Pero socios en todo caso!
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