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A pesar de tratarse de una de las fechas más significativas para la historia social y laboral del país, la programación oficial por el 97 aniversario de la Masacre de las Bananeras no logró despertar mayor interés entre la ciudadanía cienaguera.
Las actividades, que se desarrollaron durante el fin de semana, estuvieron marcadas por la baja asistencia, escasa participación comunitaria y un ambiente general de indiferencia. Lejos de generar un espacio de reflexión colectiva, los actos conmemorativos terminaron mostrando una ciudad poco conectada con una de sus memorias más dolorosas.
Observadores locales coinciden en que la agenda oficial resultó insuficiente, sin mayor innovación ni contenidos que motivaran a nuevas generaciones a acercarse a la historia. Además, varios asistentes señalaron que primó el protagonismo personal e institucional por encima del sentido patrimonial y educativo que esta fecha requiere.
Mientras algunos actos simbólicos se cumplían, en las calles la mayoría de ciudadanos continuó su rutina habitual sin vincularse a las actividades, lo que dejó la sensación de una conmemoración formal, pero lejos de lo que representa este hecho histórico para Ciénaga y el país.
La Masacre de las Bananeras, ocurrida el 6 de diciembre de 1928, dejó una huella profunda en la memoria nacional, al convertirse en uno de los episodios más trágicos de la lucha obrera durante la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, a 97 años, la conmemoración parece perder fuerza en el imaginario local.
De cara al centenario, voces ciudadanas piden mayor planificación, inclusión de organizaciones culturales, académicas y juveniles, así como una mirada más pedagógica que permita rescatar el significado histórico y social de esta fecha, y evitar que pase, simplemente, como un trámite institucional.
A tres años del centenario, resulta pertinente plantear la necesidad de una agenda más sólida, interdisciplinaria y participativa, capaz de articular investigación académica, pedagogía social y memoria comunitaria.
Solo así será posible resignificar este acontecimiento más allá de lo ceremonial, contribuyendo a una comprensión crítica que permita dimensionar su impacto histórico y su continuidad en los debates contemporáneos sobre derechos laborales y memoria histórica en Colombia.








































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