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Los medios alternativos que operan en redes sociales nacieron con la promesa de democratizar la información, abrir nuevos espacios de participación y equilibrar el poder de los grandes conglomerados mediáticos.
Sin embargo, en los últimos años, especialmente en períodos electorales, muchos de estos canales se han convertido en instrumentos de comercialización política sin control, al servicio de campañas que buscan imponer narrativas antes que promover debates.
En el afán desenfrenado por ganar las elecciones, algunos políticos han encontrado en estas plataformas un terreno fértil para difundir mensajes sin filtros, repetir consignas y manipular emociones. Y un sector —aunque no todos— de los llamados “medios alternativos” se ha prestado para esa dinámica.
Solo replican sin cuestionamientos lo que las campañas les entregan, publican contenidos elaborados para la propaganda y renuncian a cualquier ejercicio de verificación o contraste de la realidad política que viva su región y al final no les importa quien gane o quien pierda.
El resultado de esta “operación periodística es un envuelto informativo, saturado de confusión, incredulidad y ruido, donde la verdad queda relegada frente a la urgencia de viralizar. Ante este panorama, surge una pregunta ineludible: ¿Cuál debe ser realmente el papel de los medios alternativos en las redes sociales?
Me atrevería a responder que el papel fundamental, lejos de ser un simple megáfono político, debería centrarse en tres principios esenciales:
Independencia Informativa
Los medios alternativos no pueden vivir al vaivén de intereses electorales o económicos. La independencia editorial es su mayor capital.
Responsabilidad ética
Publicar no es un acto inocuo. Cada mensaje difundido puede elevar la calidad del debate o hundirlo en la manipulación. La ética no es opcional.
Rigor en la informacion
Aunque no cuenten con el rigor de grandes redacciones, estos medios tienen la obligación de verificar, contextualizar y contrastar la información recibida y plantear su criterio. La ciudadanía lo merece y la democracia lo exige.
Las redes sociales, por sí solas, no son el problema. El verdadero riesgo surge cuando los actores que operan en ellas renuncian a su función social y se convierten en replicadores mecánicos de intereses particulares.
Los medios alternativos tienen una oportunidad única: recuperar su esencia, convertirse en plataformas transparentes, críticas y al servicio del ciudadano, no del poder de turno. De ellos depende que la información sea un puente hacia la participación consciente, y no un arma para la manipulación masiva.
En los últimos días hemos visto que algunos medios alternativos en las redes sociales enfrascados en un tema trivial que consiste en mostrar fotografías de las campañas a la gobernación del Magdalena, indicando que “tal reunión no había asistentes; que el pueblo no asistió o que la mayoría de las sillas estaban vacías”, convirtiéndose en replicadores mecánicos de intereses particulares. Y lo fundamental donde queda?
Desde esta tribuna hacemos un llamado a los directores de medios alternativos en redes sociales que hagamos un alto en el camino para reflexionar sobre el verdadero papel que debemos cumplir en el desarrollo social y cultura de nuestro pueblo cienaguero.
No sigamos traficando con la información. El periodismo no es una “operación periodística ni un envuelto informativo”. Empecemos a devolverle a esta noble profesión la confianza credulidad y la ética donde la verdad sea nuestra carta de presentación y no la urgencia de viralizar cualquier hecho mediático. ¿Y tu qué Opinas?










































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