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Hoy, a las 4 de la tarde, el presidente de la República aterriza en Ciénaga, en el sector de Costa Verde, para luego trasladarse a la inauguración de las obras de la variante sur del municipio. Y, más tarde, hacia las 5 de la tarde, llegará a la plaza del Centenario para encabezar la conmemoración del 97 aniversario de la Masacre de las Bananeras.
No se trata solamente de una visita presidencial, tampoco de una agenda protocolaria más. La presencia del jefe de Estado ocurre en un territorio que todavía siente el peso de su historia y donde la memoria de aquella tragedia del 6 de diciembre de 1928 no es un capítulo remoto, sino un recuerdo vivo que atraviesa generaciones.
La Masacre de las Bananeras no puede recordarse como un hecho aislado, sino como el símbolo de las profundas desigualdades y conflictos laborales que marcaron el nacimiento del país moderno. Y, precisamente, por eso, lo que ocurra hoy en Ciénaga será observado con lupa: ¿será la conmemoración un ejercicio real de memoria y reparación, o quedará limitada al ritual político y a los discursos de ocasión?
La inauguración de la variante sur representa un avance para la movilidad y para la economía local, pero también debe interpretarse en una dimensión mayor. ¿es esta obra parte de una apuesta integral que mejore las condiciones de vida del municipio? ¿O será apenas un tramo más en la larga lista de proyectos que no logran transformar, en el fondo, la realidad social que aún demanda justicia en Ciénaga?
Hoy el país mira hacia Ciénaga y Ciénaga mira hacia su propia historia y que el aniversario número 97 no sea solo la repetición de nombres en un acto protocolario, sino un llamado a la reflexión nacional sobre la deuda histórica con las víctimas, con los trabajadores, con la dignidad misma de una región que ha sido escenario de luchas, pero también de silencios.
Al presidente le corresponde más que encabezar una ceremonia a él le asiste y le corresponde responder, con hechos, a una memoria que exige reparación y a un territorio que exige políticas duraderas. A Ciénaga, le corresponde mantener despierta su memoria porque la historia no se honra solo evocándola, sino evitando que se repita.








































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